martes, 1 de noviembre de 2011

Pescanova y el Congelado de pescado a bordo

La historia del buque congelador “Lemos”
La congelación de las capturas a bordo supuso toda una revolución en el mundo de la pesca. El gran salto cualitativo en la comercialización del pescado y en la operatividad de la pesca se produjo con la introducción de la congelación a bordo de los buques.
En junio de 1960 iniciaba sus actividades en Vigo la empresa Pescanova, fundada por José Fernández López con el objetivo de aplicar al mundo de la pesca las nuevas tecnologías del frío industrial.
La primera decisión de la nueva empresa fue encargar la construcción de una serie de seis buques congeladores a Alejandro Barreras, Ingeniero Director de Astilleros y Construcciones (Ascón), que contaba con unas modernas instalaciones en Meira (Moaña).
El primero de esos buques, el Lemos, fue entregado a Pescanova al verano siguiente, en julio de 1961. Con pocos meses de diferencia, salieron de las gradas de Ascón otros tres barcos de la serie: Andrade, Pambre y Doncos.
El barco tenía un registro bruto de 523 toneladas, 52 metros de eslora, capacidad para 250 toneladas de pescado congelado, 950 caballos de potencia propulsora y una dotación de 32 hombres. 
La parte de congelado, disponía de cuatro túneles de congelación rápida por aire frío a la temperatura de -30º, con capacidad de congelación total de 20 toneladas cada 24 horas.
Las bodegas podían almacenar 250 toneladas de pescado a la temperatura de -20º centígrados.
El primer destino del “Lemos”, fue una expedición de carácter casi científico por aguas del sur de Brasil, Uruguay y Argentina.
A principios de diciembre, el buque arribó de regreso a Vigo, con el primer cargamento de merluza austral congelada a bordo, procedente de su expedición por el Atlántico Sur.
Según las anotaciones de a bordo, el "Lemos" pescó en una situación aproximada de 39 grados de latitud Sur y 60 de latitud Oeste, como puede verse en la carta de navegación.  

Por su parte, el Andrade, protagonizó otra de las expediciones y se dirigió a África del Sur, donde también se sabía que había merluza.
Pero no llegó a completar su singladura: a la altura de Namibia la pesca fue tan abundante que completó sus bodegas y emprendió el regreso al puerto vigués.

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